miércoles, 16 de julio de 2014

La Familia Cristiana

¿Hasta qué punto cambia las cosas el que procedamos de una familia cristiana? Un estudio sobre les descendientes de Jonathan Edwards y los de Max Jukes ilustra la posibilidad de una gran diferencia.

Jonathan Edwards fue un teólogo, pastor congregacional y misionero para los nativo americanos durante la época colonial, mayormente conocido por su sermón “Pecadores en las manos de un Dios airado”. Cuando se hizo el estudio tenía 1,394 descendientes de su matrimonio con Sarah, también cristiana. Entre estos descendientes había 100 predicadores y misioneros, 100 abogados, 80 funcionarios públicos, 75 oficiales del ejército y la marina, 65 profesores universitarios, 60 escritores prominentes, 60 médicos, 30 jueces, 13 rectores de universidad, 3 senadores de los Estados Unidos, 1 Vicepresidente de los Estados Unidos, y 295 graduados de universidad, algunos de los cuales llegaron a ser gobernadores y ministros enviados a otros países.
Max Jukes era ateo declarado y llevó una vida impía. De los 540 descendientes que se le conocen, 310 murieron en la indigencia, 150 fueron delincuentes, 100 fueron alcohólicos; 7 fueron asesinados, y más de la mitad de las mujeres ejercieron la prostitución.
Aunque nadie puede garantizar que todo el que se críe en un hogar cristiano seguirá a Cristo y llevará una vida piadosa y fructífera, la Palabra de Dios sí nos asegura que quienes sigan los designios de Dios para el hogar, experimentarán sus bendiciones.
En esta unidad subrayaremos que Dios tiene un plan para la familia. Aprenderemos que los hijos son una bendición suya, y que los padres tienen la responsabilidad de criarlos y educarlos.
Una causa de problemas en muchos matrimonios y muchas familias es el dinero. Si las familias aplicaran principios bíblicos para el manejo del dinero se evitaría muchos de los problemas que destruyen hogares. Se confiaría más en Dios para la satisfacción de las necesidades.
La buena comunicación es esencial para una sana vida familiar. Esta comienza con nuestra decisión de escuchar. Cuando enseñe esta unidad, adapte las secciones para que reflejen la situación en que se encuentran sus alumnos en la vida. Ayúdelos a aplicar la Palabra a esa situación.

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